El secretario general del PSOE no lo tiene claro. O quizá lo
tiene demasiado claro. Esto de tener que repetir que Andalucía ganó su derecho
a ser considerada una autonomía de rango superior, como aquellas de las
denominadas históricas, tendría que ser una explicación de colegio, que ya,
obligatoriamente, debía ser conocida por los que se dedican a la cosa pública.
Pedro Sánchez en su defensa de la España plural deja fuera a Andalucía. Actúa
como lo suelen hacer los nacionalismos del norte, el nacionalismo español y
hasta cierta izquierda, que habrá de ir al “colegio” para conocer la historia
de nuestro pueblo y los hitos del 4 de diciembre de 1977 y el 28 de febrero de
1980. Y no es una cuestión baladí. Ante las tensiones actuales que habrán de
llevar, antes o después, a una reforma constitucional que afronte las nuevas
realidades políticas, Andalucía corre el riesgo de quedarse huérfana. O, peor
todavía, utilizada como la más España de las España, diluyendo, como ha
ocurrido a lo largo de gran parte de su historia, su propia identidad.
ESCRITO EN ANDALUCÍA
.: Blog personal de Antonio Pérez Girón :.
martes, 12 de septiembre de 2017
domingo, 28 de mayo de 2017
UN NUEVO TÍTULO PARA LA HISTORIA DEL ANDALUCISMO
Una nueva aportación a la historia del andalucismo. En esta ocasión en el Campo de Gibraltar. Fue presentado en Algeciras el 24 de mayo.
lunes, 10 de octubre de 2016
EL LADO HUMANO DE LA CRISIS DEL PSOE
Confieso
que tengo una clara debilidad por el lado humano de las cosas. Me ocurre
también, siempre desde la neutralidad en este asunto, con la
crisis
histórica del PSOE –uno de los partidos más antiguo de Europa–. No voy a referirme a
quienes han esgrimido las navajas de la política defendiendo sus posiciones, en
buena medida motivados por sus apetencias de puestos o defensores de poltronas.
No me interesan esos “grandes” nombres del socialismo actual, escasos de altura
de miras y de generosidad.
Está claro que el PSOE habrá de abrir un
debate de ideas para saber adónde caminar, sin ambigüedades. Si se sitúa en el
centro o en la izquierda que le disputa Podemos. Y que para revertir su actual
situación tendrá que entender que se ha producido un cambio generacional, que
en una buena parte desemboca en la novísima izquierda. Si no es capaz de
solucionar el grave problema de identidad que padece se verá abocado a la irrelevancia
política.
Pero quiero referirme a esos militantes
a los que siempre les ha movido un ideal. Que han tenido en el partido a su
segunda casa. Por supuesto no me refiero
a los advenedizos y oportunistas que se acercan a las casas del pueblo para
valerse de ella, cuando el partido goza de poder. Estoy hablando de esos otros,
los abnegados que existen en todos los partidos, los que no piden nada ni se
creen merecedores de un canon especial por contar con un carnet de unas siglas
en el bolsillo, los que entregan su trabajo a cambio de nada. O mejor dicho, a
cambio de la satisfacción de haber contribuido a la lucha de unos ideales, de
una forma de entender la política desde sus legítimas posiciones.
Quiero acordarme de aquellos
socialistas asesinados por ETA, a esos valientes que han pasado muchos años con
escolta. Y a los que recuerdo y conocí en los últimos años del franquismo y la
Transición política. Algunos habían pertenecido a las Juventudes Socialistas
durante la República (Juventudes Socialistas Unificadas luego), otros a la UGT
de aquellos tiempos difíciles. Y junto a ellos, a otros recién llegados, como
los que provenían del Partido Socialista Popular, el pequeño partido del
profesor Tierno Galván, integrados en el PSOE.
Por eso permítanme que el protagonismo de
este comentario sea también para Antonio de la Torre, orgulloso de haber
pertenecido a las Juventudes Socialistas; Francisco Muñoz que se había formado como
sindicalista en la emigración en Suiza; Juan el Campesino, que no abjuró de sus
ideales a pesar de la dureza de la cárcel política, Eugenio del Río, que
aprendió a leer en una casa del pueblo, Sanjuán, María López… Y tantos otros
que no conozco y que se sentirán en buena media huérfanos de dirección
ideológica, no representados o simplemente desilusionados. A ellos, a la gente
más humilde y más sana me refiero.
sábado, 30 de julio de 2016
EL VERANO NEGRO DEL FLAMENCO
Me
hallaba escribiendo unas líneas dedicadas a la memoria del recientemente
fallecido Juan Peña el Lebrijano, que ha seguido a las también cercanas marchas
de Juan Habichuela y Juana la del Revuelo, cuando la larga estela negra de la parca
nos alcanza nuevamente con la noticia de que José Menese, de manera inesperada,
recorre el fatal camino. Ambos cantaores dejan escritas letras de oro en la
historia del flamenco.
El Lebrijano llevaba el cante en las
venas. Su madre era una de los Perrate de Utrera y pronto bebió en los cantes
de Niña de los Peines y Antonio Mairena. Desde la ortodoxia amplió horizontes
al flamenco, siendo un cantaor innovador enlazando con la música andalusí, a
través de trabajos como “Encuentros” (1985), grabado con la Orquesta Andalusí
de Tánger y la guitarra de Paco Cepero. Criticado por ese “atrevimiento” por más
de un purista, persistió en esa línea con “Casablanca”(1998) y “Entre dos
orillas” (2014).
Con su muerte se va un cantaor de
leyenda, culto y comprometido desde sus inicios. Su disco “Persecución” (1972),
debido a la pluma del poeta Félix Grande, vino a demostrar que el flamenco no es
una simple tarde de juerga, que su mensaje es profundo, como lo es el pueblo
andaluz, y que extiende su sentimiento en las letras más brillantes. En esa
línea, con versos de Caballero Bonald alumbró “Tierra” (1992). Y con Gabriel
García Márquez “Cuando Lebrijano canta se moja el agua” (2008). Demostró el artista
la enorme posibilidad del flamenco de reencontrarse con las raíces andalusíes. Buena
prueba de ello fue su especial interpretación del Himno de Andalucía.
Por su parte, José Menese fue –junto a Manuel Gerena– el cantaor más representativo
del antifraquismo. Zapatero de profesión será recordado como uno de los grandes
del flamenco no perteneciente a la etnia gitana. Seguidor de Antonio Mairena
fue éste quien lo presentó en el inicio de los 60 del pasado siglo en el Cine
Carretería, de la localidad sevillana de Osuna. Trabajó en el famoso tablao
madrileño Zambra y mantuvo su compromiso con el cante puro hasta el último
momento.
La trayectoria triunfal del de La
Puebla de Cazalla no puede entenderse sin su encuentro con su paisano Francisco
Moreno Galván, pintor y poeta, quien escribió para él las letras de contenido
crítico que lo harían famoso, y que gracias a la habilidad del escritor consiguieron
burlar la censura política. Fue a través del escritor, miembro entonces del
Partido Comunista, como Menese adquiriría un compromiso claro en la lucha por
la democracia y contra el olvido del pueblo andaluz. Y sin abandonar su
influencia mairenista, introdujo letras nuevas, que vieneron a romper con las
clásicas habitualmente cantadas.
Entre los numerosos reconocimientos
conseguidos, no puede olvidarse que fue el primer flamenco que actuó en el
emblemático Teatro Olympia de París (1973 y 1974).
Juan Habichuela, Juana la del Revuelo,
El Lebrijano y José Menese como punto final. Que en este verano de ausencias,
la muerte se vaya también de vacaciones.
domingo, 28 de febrero de 2016
LA REIVINDICACIÓN NECESARIA DEL 28 DE FEBRERO
Rescatar
el espíritu del 28 de febrero como fruto de la otra gran fecha histórica del 4
de diciembre, supone hoy un reto para todos los andaluces y andaluzas que
entienden que Andalucía no puede perder las conquistas de aquellas
movilizaciones populares. Este reto toma mayor sentido ante los cambios
constitucionales que se avecinan y donde Andalucía puede perder su condición de
comunidad de primera ganada en la calle y en las urnas en aquellas históricas
fechas.
Más allá de cualquier nacionalismo
etnicista, Andalucía levantó la bandera de la lucha por la dignidad y la
autonomía, conectando con los ideales relegados de Blas Infante. Como destacó
el recientemente fallecido parlamentario José Luis Serrano, no se trataba de
ser una comunidad más, sino como la que más. A partir de entonces el país
andaluz se convirtió en razón de Estado y esa trayectoria reivindicativa de su
ser le convirtió en sujeto político federable.
Ese despertar del pueblo andaluz, todo
el potencial de la juventud comprometida de entonces se fue esfumando. El
territorio andaluz se convirtió en el escenario de la lucha electoral en
función de los intereses de las grandes formaciones, comenzando por hacer
coincidir las elecciones generales y autonómicas, hurtando el debate netamente
andaluz. Para volver a confundir lo andaluz con lo español. Andalucía como la
más Españas de la Españas, desterrando la cultura propia, utilizada como
arma recurrente contra los nacionalismos
del norte, de donde también llegaban los ataques de los gerifaltes con los
estereotipos de siempre.
Fracasado el único partido autónomo y
renunciando a jugar ese papel Izquierda Unida, Andalucía no cuenta con un
Compromis o una Anova que le de protagonismo. Del mismo modo, el partido
emergente Podemos, que tiene la oportunidad de intentar jugar ese papel, tendrá
que definirse si va a ser una sucursal del centralismo madrileño del partido, o
va a recoger el legado del parlamentario José Luis Serrano, “Andalucía como la
que más”.
Porque no sirve el voluntarismo sino la
acción política organizada que valga de motor de movilización, y sea
protagonista ante los cambios del sistema político actual.
De entrada el Parlamento andaluz, que aprobó una proposición no de ley de
defensa del patrimonio constitucional andaluz
-inciativa del colectivo Más Andalucía a través de Podemos-, obliga al
Gobierno autónomo a cumplir ese mandato.
Un mandato que habrá de hacerse efectivo en el marco de la negociación
territorial próxima.
miércoles, 17 de febrero de 2016
EL IDEAL ANDALUZ DE JOSÉ LUIS SERRANO
El
verano pasado, Antequera, una ciudad emblemática en la lucha por la autonomía,
fue el lugar de encuentro de siete andaluces comprometidos con su tierra. Luego
visitaron las ruinas del castillo de Archidona, donde Abderramán I fue
proclamado emir. Como si de una conjura se tratase, entendiendo que un tiempo
nuevo comenzaba a soplar sobre los pueblos de España, estos siete hombres se
reafirmaron en la necesidad de luchar por la dignidad de un pueblo que debe
despertar para recuperar ser él mismo (“Andaluces levantaos…”). Hace pocos días
uno de ellos, José Luis Serrano, catedrático de Teoría del Derecho de la
Universidad de Granada, novelista y jefe del grupo parlamentario andaluz de
Podemos, fallecía tras una rápida enfermedad.
De extensa cultura, conocedor
profundo de la historia andaluza, moderado y dialogante, excelente
parlamentario, dejó una memorable intervención reivindicadora de los derechos
de Andalucía a partir de las luchas en la Transición, fundamento del sujeto
político que representa hoy la comunidad. Un análisis desde la interpretación
del derecho político y de la historia, conjugado con el imprescindible corazón
de un gran andaluz, que llegó a la política por el puro convencimiento de la
necesidad de intentar plasmar lo que Blas Infante llamó el Ideal Andaluz. Sin
ser un político al uso consiguió que un partido centralista adoptara el
discurso más andalucista del Parlamento. Apoyado desde colectivos como Más
Andalucía, con el que se sentía completamente identificado, logró que se
aprobara una proposición no de ley de defensa del patrimonio constitucional
andaluz.
Con su desaparición se frustra un
valor destacado en el campo de la política exclusivamente andaluza, cuando más
necesitado se está de ello. Hoy, sus amigos que posaron junto a él en las
alturas de la sierra de Gracia, tienen un motivo más para continuar el camino,
cara al horizonte, del compromiso con una tierra que necesita de hombres y
mujeres como José Luis Serrano, que vivió con fundamento y pasión el ser
andaluz.
viernes, 1 de enero de 2016
ANDALUCÍA NO PUEDE QUEDAR AL MARGEN DEL NUEVO TIEMPO POLÍTICO
Tal
como auguraban las encuestas y el momento político el Congreso de los Diputados
será muy distinto tras las elecciones del pasado día 20. El bipartidismo
imperfecto ha tocado a su fin y la mayor representatividad del parlamento
impone la cultura del pacto. Algo, por otra parte, muy común en las democracias
europeas. Aunque PP y PSOE hayan resistido, con enorme sangría de votos, a
partir de ahora nada será igual en la política española.
La grave crisis económica, la
corrupción política, la pérdida de derechos sociales y el empobrecimiento de
una parte importante de la población, ha hecho mella en la democracia española,
nacida del pacto constitucional de 1978. Las nuevas generaciones comprometidas
que no conocieron la Transición venían demandando un cambio en el sistema. “El
no nos representan” fue uno de los eslóganes del movimiento del 15-M. Y en
buena parte esa rebeldía se ha plasmado en las urnas. Comenzó con las
elecciones europeas, que aceleró la abdicación del rey Juan Carlos y la
dimisión del líder de la oposición, el socialista Rubalcaba, y ha tenido su
consagración en las generales últimas.
No sería justo entender que la Transición
no sirvió para nada. Gracias a ese pacto se articuló un sistema democrático que
permitió cambios significativos en España. El mismo sistema desde el que se
pueden y se deben abrir nuevos caminos acordes a la sociedad actual. Con sus
carencias, quien la vivimos desde la lucha por la democracia, sabemos que no
fue posible avanzar más, teniendo en cuenta que en la cúspide del poder se
mantenía un Ejército de generales y jefes que habían ganado la guerra civil e incluso combatido al
lado del nazismo. Ello, en plena “alianza” con el terrorismo más despiadado, no facilitaba otro
tipo de salida.
Pero si a alguien se le puede achacar
ese descontento de muchos jóvenes y de una parte de la sociedad española, es a
aquellos que se han aprovechado de la democracia del 78 para sus propios
intereses. A la corrupción señoreada en la política, se une los defectos de
origen del propio sistema. Así, la propia Ley Electoral que nace de un decreto-ley
preconstitucional de 1977, y que tuvo su continuidad en la Ley de 1985, hace
que la representación en las instituciones no se corresponda con la completa
realidad del voto. Izquierda Unida es buen ejemplo de esa injusta norma, que
beneficia a las grandes formaciones y a los nacionalismos consolidados.
Si el modelo político nacido tras la dictadura
franquista, condicionado, insisto, por los poderes de entonces, fue válido para la convivencia ciudadana, ahora
hay que ser lo suficientemente valiente para acometer los cambios que una
importante parte de la sociedad demanda. Buscar un nuevo consenso, acorde con
los tiempos. Aceptado desde el diálogo.
Derecho a
decidir no es independencia
Uno
de los mensajes de las últimas elecciones es claro: el porcentaje de votos
partidarios del denominado “derecho a decidir” es considerable, si tenemos en
cuenta que el partido Podemos, que lo llevaba en su programa (en alianza con
formaciones soberanistas), ha sido el gran triunfador (69 diputados en sus
primeras elecciones generales, aunque no haya logrado el pretendido sorpasso al
PSOE). Ya en otros artículos me he referido a que ese derecho no significa
necesariamente apuesta por la independencia. El derecho a poder decidir es más
amplio y se identifica con el concepto soberanismo, no con independentismo. Como señala
el profesor Vicenç Navarro: Un pueblo, una nación, puede ser soberano (y por
tanto tener el poder de decidir sobre qué relación desea con otros pueblos o
naciones) y aun así escoger no ser independiente. Poder de decidir implica el
poder de escoger entre varias alternativas, una de ellas, naturalmente, la
independencia”. Pues bien, esta es otra de las realidades que aflora en la nueva situación.
Probablemente el voto a Podemos esté basado en su programa social antes que en
este postulado, pero se trata de una cuestión que tarde o temprano habrá de
abordarse constitucionalmente.
Andalucía en la
encrucijada
Ante este nuevo tiempo político Andalucía puede quedarse al margen de los
cambios que se avecinan, incluso no ser considerada como nacionalidad histórica.
El Parlamento andaluz aprobó recientemente con los votos favorables de PSOE,
Izquierda Unida y Podemos, la proposición no de ley, en defensa del patrimonio
constitucional andaluz. Una iniciativa elaborada por el colectivo Más Andalucía
que fue acogida por el grupo parlamentario de Podemos. Aunque recortada en el
trámite, compromete a los representantes de los andaluces en la defensa de lo
conseguido a partir del 4 de diciembre de 1977 y posteriormente con el
referéndum del 28 de febrero de 1980, que permitió situar al país andaluz a la
misma altura que las reconocidas como nacionalidades históricas.
Con todo ello, la
sensación que se percibe es que Andalucía corre el riesgo de estar ausente de
esta segunda transición. La formación de una fuerza propia, que recoja a los
diferentes colectivos existentes, algunos especialmente activos, está siendo
demandada desde diferentes provincias. Una tarea nada fácil la de abrir un
espacio electoral, difuminado por la grave crisis del andalucismo, que llevó a la
desaparición del único y debilitado referente (Partido Andalucista).
Una nueva fuerza política
habría de recoger los postulados de Blas Infante y el compromiso de progreso
que su figura representa. Consecuentemente, tener un carácter progresista y
abierto a las posibilidades del nuevo tiempo político. Buscar alianzas con
partidos que, aun siendo estatales, apuesten por la defensa de la identidad
andaluza. Por supuesto, tener como prioridad la defensa de los derechos
sociales, de los más desfavorecidos, que
en los últimos años se han incrementado de manera alarmante. Situar, en
definitiva, a Andalucía como protagonista y no espectadora de los cambios que
se avecinan.
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