miércoles, 28 de marzo de 2012

LAS RAZONES DE LA HUELGA GENERAL

 Las razones que justifican la huelga general prevista para mañana han sido suficientemente expuestas desde que el Gobierno aprobara la reforma laboral. Basta sólo con recordar las palabras captadas por un micrófono en las que el propio presidente Mariano Rajoy afirmaba que, tras las medidas que llevaría a cabo, se produciría la  convocatoria de paro. Otro micrófono “indiscreto” recogió la frase del ministro de Economía Luis de Guindos al comisario europeo Olli Rehn, indicando que la reforma planteada, “será extremadamente agresiva”. En boca del Gobierno, por tanto, se reconocía el fundamento de la repuesta sindical.
            Dando satisfacción a los mercados, que ya reclaman otra reforma más profunda, y a la CEOE, las medidas aprobadas suponen en buena medida el entierro de una serie de derechos conquistados desde el inicio de la democracia. Sin negociación previa, a rodillo de mayoría absoluta, se ha impuesto esta reforma que, en opinión de muchos, justifica más que ninguna la huelga del 29 de marzo.
            En este período previo se ha insistido desde los medios conservadores en una orquestada campaña de descrédito sindical, incluida la búsqueda del enfrentamiento entre trabajadores activos y desempleados. Se habla incluso de regularizar el derecho a la huelga, una cuestión que ya está normalizada. En el fondo, a algunos columnistas de la caverna les gustaría que no existiesen ni sindicatos ni derecho a la huelga.
            También cuando se critican a los piquetes sindicales se olvida a los sutiles piquetes empresariales, que en forma de amenaza impiden que muchos trabajadores puedan ir a la huelga, a riesgo de que no se les renueve el contrato o ser las víctimas propicias de la nueva reforma.
            Es cierto que el sindicalismo, en otro tiempo muy valorado, no está en su mejor momento. Que parte de esa pérdida de credibilidad es achacable a sus propios errores, a su servidumbre con los poderes. Pero los sindicatos no son peores que los partidos políticos o instituciones tan desacreditadas como la propia justicia, el Senado o la monarquía. Forman parte del entramado social con sus errores y sus virtudes. Deben mejorar y ganar credibilidad con un trabajo continuado y honesto, pero eso no justifica que en esta ocasión no estén cargados de razones.
            Pero yo iría algo más allá. Esa crítica a las centrales sindicales son mucha veces la excusa para no secundar un paro, cuando realmente el trasfondo no es otro que no perder los honorarios de ese día. 
            En cualquier caso, desde el respeto hacia las decisiones de cada cual, el conformismo jamás ha servido para variar los caminos trazados en perjuicio de la mayoría.

martes, 20 de marzo de 2012

EL DERECHO DE LAS MINORÍAS Y EL DERECHO NEGADO A LA INFORMACIÓN



No es de recibo la actitud de medios públicos negando la participación a formaciones políticas pequeñas, tan sólo en base a su no presencia en el Parlamento andaluz. Si se quiere realmente facilitar al ciudadano el conocimiento de programas, promoviendo el debate, evitando, por otro lado el gasto enorme en campañas publicitarias – la cansina cartelería-, cada vez más inútiles y difíciles de sostener, hay que dar la oportunidad a estos partidos a expresarse en los medios que pagan todos los ciudadanos, y a éstos el derecho a confrontar los planteamientos expuestos por los distintos aspirantes.
            Los grandes partidos no sólo confeccionan una Ley Electoral que les beneficia respecto del resto a la hora de obtener más representantes. Encima cuentan con los medios públicos, que como un verdadero muro mediático anulan a otras formaciones que tienen menos posibilidades y medios económicos para hacer llegar su voz. 
            No sólo ocurre en período electoral, pues es práctica habitual ignorar o, en el mejor de los casos,  relegar a los adversarios políticos aunque sean modestos. Lo que no sale en los medios no existe, se ha dicho en este tiempo de plena revolución de las comunicaciones. Esa barrera infranqueable se trata de superar en la calle, pero en el espacio de una campaña electoral es prácticamente imposible.
            Esa exasperación ha llevado a militantes del Partido Andalucista a manifestarse a las puertas de Canal Sur Córdoba donde iba a tener lugar un debate televisivo entre candidatos del PSOE y de Izquierda Unida. Recordaba el indignado aspirante a la alcaldía cordobesa, Antonio Manuel Rodríguez, que su partido cuenta con cerca de quinientos concejales y 230.000 votos en las elecciones municipales, por lo que forma parte de la realidad política de Andalucía. En vano procuró la solidaridad de los contendientes de los dos partidos citados.
            Queremos parecernos a Europa, donde en los países más avanzados prima el debate en los medios, tanto de los primeros candidatos como de tipo sectorial. Sin embargo, se está lejos de ello. Aquí un candidato que todas las encuestas dan como el próximo presidente de la Junta, se niega a debatir por motivos meramente electoralistas. Prima más el no “resbalar” cuando parece que se tienen las elecciones ganadas, que debatir de cara al ciudadano.
            La consagración del bipartidismo requiere de esa pantalla mediática, que no es exclusiva de Andalucía, y que empobrece la democracia.
            Con estas actuaciones se resquebraja la pluralidad y la igualdad de oportunidades, negándosele a los ciudadanos la posibilidad y el derecho a conocer otras opciones que, aunque minoritarias, son tan democráticas como las demás

miércoles, 7 de marzo de 2012

SÍMBOLO Y RELIGIOSIDAD POPULAR EN ANDALUCÍA, EL NAZARENO DE SAN ROQUE



En mayo de 1955, numerosos sanroqueños se echaron a la calle para impedir que la imagen de Jesús Nazareno fuese trasladada a Madrid para una exposición relacionada con Gibraltar. La muestra “Gibraltar español” fue organizada por la Sociedad Española de Estudios Internacionales en el edificio de la Biblioteca Nacional y fue inaugurada el 10 de junio. Se enmarcaba en las acciones del Gobierno español de cara a la reivindicación de la colonia británica. Parte de la muestra estaba constituida por reliquias procedentes del Peñón, que fueron rescatadas por sus habitantes tras la ocupación en agosto de 1704, en plena guerra de Sucesión.
 Estas reliquias se hallaban en San Roque, la ciudad fundada por los gibraltareños desplazados, y heredera histórica de la misma, tal como indica la leyenda que titula la ciudad: “Muy Noble y Más Leal Ciudad de San Roque, donde reside la de Gibraltar”.
Aquella insólita protesta, producida en plena dictadura franquista, merece ser destacada y tiene que ver con el sentir de la religiosidad popular andaluza, que señala a una imagen como un símbolo de identificación colectiva, que es asumido, incluso por personas no creyentes.
            Ese símbolo centrado en el Nazareno de San Roque tiene su raíz en la propia historia de la población. Fue la última de las imágenes en ser rescatada del Gibraltar ocupado. Ocurrió en 1722 cuando los marinos genoveses, a cuyo cargo estaba la imagen en la plaza británica, obtuvieron permiso del obispo de Cádiz Armengual de Mota para que fuese llevada en andas fuera de la misma. Los gibraltareños que abandonaron la ciudad vieron la oportunidad de hacerse con la venerada imagen, que había contado con su propia cofradía, al menos desde el siglo XVII. Y así ocurrió, apoyados por las fuerzas españolas mandadas por el conde de Montemar, los genoveses se fueron de vacío.
            La imagen del Nazareno engrosó el conjunto de las que ya se hallaban en San Roque, donde las cofradías habían reiniciado su actividad. En este sentido, en marzo de 1720, las del Santísimo, la Soledad y Santo Entierro, Cristo de la Columna, y Vera Cruz solicitaban de las autoridades eclesiásticas la entrega de alhajas y otras pertenencias de las referidas hermandades, de cara a llevar a cabo la reorganización de las mismas fuera de la plaza gibraltareña. Cinco años antes, en 1715, había tenido lugar la primera procesión en la nueva ciudad, con las imágenes de la Virgen de los Remedios (la actual patrona sanroqueña Santa María la Coronada) y San Sebastián.
            A este respecto, las cofradías que existían en Gibraltar sirvieron para la organización de la sociedad civil exiliada, jugando un importante papel.
            Conociendo estos hechos históricos puede entenderse mejor el carácter de símbolo aglutinante del Nazareno, unido al propio antropocentrismo andaluz que, como señala Isidoro Moreno, “hace que no gocen de una gran devoción, más allá de los integrantes de una cofradía y del círculo más cercano a esta, las imágenes de Cristos muertos, y menos aún de Cristos yacentes dentro de urnas de cristal que representan el sepulcro. Y esto, independientemente de su belleza y calidad artística, al contrario de lo que sucede en la mayor parte del mundo católico”. La fuerte humanización de las relaciones personales en Andalucía, explica la dificultad en la comunicación con la imagen de un Cristo muerto, como sostiene Moreno.
Como decíamos al principio no estamos sólo ante un icono religioso, sino ante un símbolo con una fuerte dimensión humanizada. Aunque las imágenes representan a la Virgen María o a Jesús cada una guarda un sentido especial, siendo individualizada por la propia comunidad que la hace suya. Y en un momento dado se les llama con nombres populares, el Cachorro, el Moreno, la Blanca Paloma. Incluso existe competencia entre las distintas hermandades en las salidas procesionales.
En el caso del Nazareno de San Roque, aquella oposición popular resultó triunfadora. Dirigida, por un republicano y masón represaliado por el franquismo, José Pérez Delgado, conocido por el nombre simbólico de Demófilo, impidió que la imagen saliera camino de Madrid, en contra de la opinión oficial del propio Ayuntamiento. Incluso se montaron improvisados mítines, seguido por la mayor parte del pueblo.
En este sentido, viví un hecho parecido en los últimos años de la dictadura. En la conocida como procesión del Silencio con la imagen de la Soledad, también procedente de Gibraltar. Tradicionalmente en esta salida de madrugada el paso era portado por costaleros voluntarios, ajenos a la cofradía, siendo su recorrido a través del casco antiguo de San Roque. En un momento dado, los cargadores decidieron que el paso tenía que llegar a la populosa barriada de la Paz, situada entonces en el extrarradio de la ciudad. Le negativa de la junta de hermandades hizo que los cargadores abandonaran el paso en plena calle, teniendo que incorporarse voluntarios para continuar con el itinerario habitual. Los cargadores, en su mayoría de la citada barriada, entendía que la imagen pertenecía al conjunto de la ciudad, y por tanto, debía llegar hasta su barrio. 
La religiosidad popular engloba estos comportamientos, distanciado de la devocional. Como señala Pedro Castón, “son manifestaciones religiosas que han llegado a configurar la vida social del grupo, llegando a formar parte esencial de esa vida social”. Por su parte, la religiosidad devocional no suele formar parte de la cultura de un pueblo, pues se fundamenta en las devociones de los creyentes plasmadas de forma individual, aunque a veces tenga carácter colectivo. El mismo autor afirma que en Andalucía esta religiosidad es menor que la tradicional o popular, “quizá porque las clases medias han sido siempre más reducidas que en otras zonas españolas”.
            Ni que decir tiene que la Iglesia no vio con buenos ojos esta heterodoxia, que se fomentaba en las cofradías. En los principios de estos colectivos se actuó para corregir estos “desmanes”, temiendo también que al amparo de las hermandades se acogiesen judíos conversos y moriscos. Aún hoy, en su intento de institucionalizar la religiosidad popular, los obispos han limitado la creación de nuevas cofradías.
Sin embargo, la Iglesia sí favorecía la participación del estamento oficial en las procesiones, como un elemento más del nacional-catolicismo imperante durante el franquismo. Por ello,  cuando se produjo la transición política hacia la democracia, se creyó que este tipo de manifestaciones religiosas desaparecería, por formar parte de ese entramado exterior de la dictadura. Si bien, aunque se atravesó una profunda crisis en estas celebraciones populares al final del régimen, éstas retornaron con mayor fuerza, alejadas de quienes las habían secuestrado y utilizado.
            En los años ochenta del pasado siglo las cofradías se democratizaron, los jóvenes asumieron el protagonismo, e incluso se comenzó a dar paso a la mujer. San Roque fue una de las primeras poblaciones que contó con una mujer al frente de la Junta Local de Hermandades y Cofradías, y por primera vez en España, un paso, la Virgen de la Merced, comenzó a ser portado por muchachas. Se crearon cofradías en los barrios y se adquirieron nuevas imágenes.
            La existencia de ese elevado número de celebraciones religiosas populares,  contrasta con el hecho de que Andalucía es la comunidad con el nivel más bajo de práctica religiosa de todo el Estado, sobre todo con el precepto de misa dominical. No puede entenderse esta actitud sin considerar la importancia simbólica y antropocéntrica de la cultura andaluza, y cómo se conforma la vida social de la colectividad y sus dimensiones simbólicas.

EL ACUERDO AGRÍCOLA CON MARRUECOS Y EL PAPEL DE ARIAS CAÑETE


Al rechazo por el Parlamento Europeo a la prórroga del acuerdo pesquero con Marruecos, que perjudica fundamentalmente a Andalucía y Canarias, las dos comunidades con mayor paro de España, se unió recientemente el acuerdo de asociación con el mismo país magrebí sobre agricultura, que vuelve a perjudicar especialmente a andaluces y canarios.
            La liberalización casi total de la mayoría de las mercancías marroquíes es un mazazo para economía andaluza. Las asociaciones agrarias ya han anunciado lo que se viene encima. Es imposible competir con los productos del campo de ese socio privilegiado de la Unión Europea que se llama Marruecos. Allí el coste medio de producción es la mitad que en Andalucía y el de puesta en el mercado inferior en un 23 por ciento. Las pérdidas por comercialización supondrá un millón de euros y por cada agricultor entre 8.000 y 12.000 euros, según han recalcado las sociedades agrarias.
            Si bien, la totalidad de los eurodiputados españoles votaron en contra de este acuerdo, el ministro de Agricultura Arias Cañete tras mantener una reunión en Rabat con su homólogo marroquí, ha declarado que rechaza los pronósticos “catastrofistas” de las organizaciones agrarias y que antes de pedir compensaciones a la Unión Europea, hay que valorar los efectos negativos para el sector en este lado del Estrecho. 
            Uno de los motivos de la UE para la firma de este acuerdo es el apoyo a la consecución de la democracia en el reino alauí. Una democracia que no acaba de llegar, pero que es un buen argumento tanto para los dirigentes económicos europeos como para la clase gobernante marroquí.
            Con estos mimbres difícil lo tienen los agricultores andaluces y los de otras comunidades afectadas. Y para colmo de males va el señor Arias Cañete y lo borda.
             

sábado, 3 de marzo de 2012

INTRODUCCIÓN A LOS ACTOS DEL DÍA DE ANDALUCÍA CELEBRADOS EN SAN ROQUE (Cádiz)





El 27 de mayo de 1978 quedó constituida en Cádiz la Junta de Andalucía, siendo elegido como presidente el magistrado y senador socialista Plácido Fernández Viagas frente al centrista Jaime García Añoveros. Fue el año en que los Carnavales de Cádiz recuperaron su tradicional denominación y en la mezquita de Córdoba se celebraba el Congreso de Cultura Andaluza, que abriría el escritor Antonio Gala, con el grito “Viva Andalucía viva”.
Andalucía estaba viva y apostaba por su autonomía sin ningún tipo de complejo. En octubre fue aprobada la Constitución y en diciembre los parlamentarios andaluces firmaron el Pacto de Antequera para caminar hacia el Estatuto. En marzo del siguiente año, tuvieron lugar las elecciones generales donde se produjo nuevamente la victoria de Unión de Centro Democrático.
En estos comicios el PSA, el partido que había rescatado el legado andalucista de Blas Infante, obtuvo cinco diputados, formando grupo parlamentario propio. Asimismo, obtuvo otros dos representantes en el Parlamento catalán.
El 2 de junio el socialista Rafael Escuredo fue elegido presidente de la Junta Preautonómica, iniciando su combate para lograr la autonomía plena que desembocaría en el referéndum del 28 de febrero de 1980.
Con anterioridad, el 4 de diciembre de 1977, dos millones de andaluces salieron a la calle demandando la autonomía. En una de esas manifestaciones, la que tuvo lugar en Málaga, fue asesinado el joven militante de Comisiones Obreras, García Caparrós. Como antes ocurriera con Blas Infante, en esta nueva etapa de reivindicación de esta tierra, Andalucía contaba con otro mártir.
         La UCD, el partido en el Gobierno, había decidido que Andalucía tenía que ir hacia la autonomía a través del artículo 143 de la Constitución, y no por el del 151, de más rápido desarrollo, y que habían seguido las comunidades llamadas históricas de Cataluña, País Vasco y Galicia. Los ayuntamientos y las diputaciones andaluces habían solicitado esta vía. Igual acuerdo tomó la Junta preautonómica. Por su parte la actitud del Gobierno de Suárez, empeñado en establecer diferentes categorías de comunidades, provocó la dimisión del ministro andaluz Clavero Arévalo, responsable de la cuestión autonómica, que uniría sus fuerzas a la de Escuredo en pro de la autonomía plena. En realidad, el ex ministro, que se ganó el cariño de los andaluces, corroboraba su compromiso claro, que le llevó un año antes a compartir con el presidente andaluz la presidencia del homenaje a Blas Infante en Casares. Al poco fundó Unidad Andaluza, que no tardaría en desaparecer, al no recibir los apoyos económicos necesarios, y la acentuado  acentuada tendencia de izquierda de la sociedad andaluza.
La consulta para alcanzar la autonomía por el 151 presentaba serias dificultades, ya que era necesario el voto favorable de la mitad del censo de cada una de las provincias. La mayoría de los medios existentes, la única televisión y la antigua cadena de prensa del Movimiento, favorecían la llamada a la abstención que se hacía desde el Gobierno.
Para la campaña institucional la Junta recibió la mitad del dinero que se le había concedido a vascos y catalanes para las de sus respectivos estatutos.  Escuredo y muchos alcaldes realizaron una huelga de hambre de tres días, que sirvió para obtener publicidad gratuita.
Sin embargo, la oposición, que, merced al pacto de socialistas, comunistas y andalucistas copaban ayuntamientos y diputaciones provinciales, supo movilizar y entusiasmar a los ciudadanos.
A pesar de ello, el camino estaba lleno de obstáculos. El censo que servía de base era el de 1975 con la última rectificación de 1978, y los errores del mismo se habían puesto de manifiesto en anteriores consultas. Obtener más del 50 por ciento de los votos afirmativos del censo electoral no era tarea fácil. Al igual que ocurriera el 4 de diciembre de 1977, el agravio comparativo movió a miles de andaluces en todos los pueblos, dispuestos a votar por Andalucía por encima de una pregunta enrevesada.
La UCD tuvo dificultades para encontrar en Andalucía interventores y apoderados suficientes, teniendo que recurrir a militantes de Ávila, León, Valladolid o Segovia.
El pueblo andaluz respondió al reto, pero Almería, donde también se ganó el referéndum, faltaron 20.000 votos para alcanzar la barrera del 50 por ciento del censo, un censo completamente viciado que hizo declarar a Manuel Clavero, que “se habría ganado si no hubiesen votado los muertos”. Fue una victoria política, pero una derrota legal. Los andaluces no olvidarían el comportamiento de un Gobierno que había intentado discriminar a su tierra, y la UCD, que tan buenos servicios había hecho a la democracia, comenzó a cavar su tumba debajo de Despeñaperros. La victoria por mayoría absoluta del PSOE en las primeras elecciones autonómicas, en mayo de 1982, fue el resultado más inmediato de aquel enorme error del gobierno.
Gobierno y oposición hubieron de buscar un acuerdo en el Congreso. No se le podía negar la autonomía que el pueblo andaluz había manifestado querer.
De esta forma, a Andalucía se le reconocía (mediante dos proposiciones que modificaba la Ley de Referéndum), la autonomía por el artículo 151 en las siete provincias que habían superado las exigencias del 28 de febrero y, posteriormente, Almería se incorporaría a este acuerdo. El 11 de noviembre el Congreso aprobó estas medidas que desbloqueaba la autonomía andaluza, añadiéndosele una enmienda de Clavero, en la que se pedía la retroactividad de la aplicación al 28 de febrero, una fecha histórica para el pueblo andaluz, que sustituiría al 4 de diciembre como día de Andalucía.
La Asamblea de Parlamentarios andaluces comenzó a redactar el Estatuto de Carmona, así llamado por ser en esta localidad sevillana donde se cerró definitivamente. Sus autores fueron los socialistas José Rodríguez de la Borbolla (que luego sustituiría a Escuredo en la presidencia), Miguel Ángel Pino y Ángel López, los centristas, Carlos Rosado Pedro Luis Serrera, el miembro del PCA, Javier Pérez Royo, y el andalucista, Juan Carlos Aguilar.
            El 20 de octubre, ocho meses después del intento de golpe de Estado, el pueblo andaluz respaldó masivamente  el Estatuto de Autonomía. La cercanía de la intentona militar limitó las aspiraciones más andalucistas del texto, que ni tan siquiera recogió en su preámbulo, tal como estaba previsto, la figura de Blas Infante, y que se incluiría unos años después.
  En 2007 un nuevo referéndum, con una escasa participación (36,28 por ciento), aprobaba el nuevo Estatuto de Autonomía