martes, 10 de julio de 2012

EL DÉFICIT PÚBLICO, ¿CULPABLE DE LA CRISIS?



El discurso neoliberal imperante se sostiene en que la causa de la crisis radica en el gasto público. Por tanto, no cabe más medida que el recorte o la supresión de servicios, invadiendo los logros de décadas de lucha y haciendo caer el peso de la crisis sobre quienes no la han provocado: recortes de salarios, congelación de pensiones, copago sanitario, recortes en sanidad y educación, despido libre. En definitiva, imposición de un cambio en el sistema social que mutila la distribución de los recursos equitativamente.
Que ha habido derroche a todos los niveles nadie lo niega. Sin embargo, está demostrado que cuando se inicia la crisis en 2007, España contaba con superávit en sus cuentas. Ingresaba el  2, 23 % del PIB más de lo que gastaba y la deuda pública se situaba en un 36, 2 % del PIB, una de las más bajas de la Unión Europea.
            El déficit crecería en los años posteriores por la bajada de ingresos del Estado debido a la recesión y la elevada tasa de paro. Los ingresos principales de España provienen de las rentas del trabajo y no del capital, y el Estado dejó de ingresar de manera alarmante. El déficit aumentó considerablemente y se vio agudizado con la subida de la prima de riesgo. Para colmo, el rescate financiero, que puede alcanzar los 100.000 millones de euros, aún siendo dirigido a los bancos y cajas, vendrá a engrosar la deuda soberana. Ello equivaldrá a más recortes. No hay otra solución, dice el Gobierno para conseguir ver la luz de este largo túnel.
            La falta de ingresos se ha visto agravada con políticas económicas como las ejecutadas tanto por el Gobierno anterior como por el actual: se suprimió el impuesto de patrimonio y se bajó el de transmisiones, dejándose de ingresar, según algunos cálculos, más de 5.500 millones de euros. Se bajó los impuestos a quienes percibían más de 150.000 euros anuales y se redujo a las empresas que facturaban más de 150 millones de euros al año. A las grandes fortunas, que han seguido creciendo a pesar de la crisis, se les perdonaba el fraude fiscal. Con todo este dinero, el Estado podría poner en marcha un plan de empleo que redujese drásticamente el paro y alentase la economía del país. He aquí una posible solución, unido a otras medidas que no graven directamente a la mayoría de los ciudadanos.
            Pero el Gobierno ha optado por la vía que le marcan los poderes financieros. El tijeretazo ha empobrecido al país. Ha hundido en la miseria a los más necesitados, ha quebrado a la clase media, y quienes tienen un empleo fijo, como son los funcionarios, se han convertido en el recurso fácil y continuado para el recorte de salarios. La sanidad, ejemplo para muchos países, ha sufrido un importante retroceso, apostándose por la privatización de sus servicios. Y ahora, la subida prevista del IVA en los tipos de artículos de primera necesidad, ahondará aún más al país en el pozo sin fondo al antojo de los especuladores del mercado.
            La teoría neoliberal ha sentado plaza en Europa. Países como España, Grecia, Portugal, Irlanda o Chipre la están sufriendo de manera especial. Ante ello, aparte de las ayudas que puedan obtenerse en el exterior, debe producirse un giro. El recorte continuado para satisfacer a los insaciables mercados y la política marcada por Alemania, no puede continuar. Incluso el Gobierno ya ha encendido la luz de alarma, para que se produzca un cambio en la línea que defiende el nuevo presidente socialista francés  Hollande.  Mientras esto se produce, los gobernantes españoles no son capaces de unirse en un gran pacto nacional, que lleve a un cambio a la política del recorte, que, de manera inmisericorde, está conduciendo al país a niveles cada vez más altos de pobreza.