jueves, 12 de diciembre de 2013

BLAS INFANTE COMO EJEMPLO Y BANDERA

Es sorprendente, y lamentable a un mismo tiempo, que ante la falta de credibilidad de la clase política, manifestada de manera continua en las encuestas de opinión pública, los andaluces no tengamos la oportunidad de tener en la figura de Blas Infante, el más claro referente de la honestidad política. Intelectual de enorme talla y de principios insobornables, cuando se le menciona desde fuera de Andalucía ha sido para atacar su memoria y su legado de manera gratuita. Pero lo penoso ya no es que quienes actúan así desconozcan su pensamiento, sino que ese mismo pensamiento sea desconocido por la gran mayoría de los andaluces, a los que dedicó su actuación pública, y su propia vida. 
            En esta nueva efeméride del 4 de diciembre, que movilizó al pueblo andaluz por su autonomía, conviene resaltar aún más a Infante y a aquellos miembros de la Junta Liberalista de Andalucía, para los que el anarcosindicalista doctor Vallina pidió el voto a las Constituyentes de 1931, afirmando: “Yo predico para que votéis a estos hombres, porque estos hombres no son políticos de oficio, sino hombres de vergüenza”. Diferencia que recalcaba el propio líder andalucista con respecto a los políticos profesionales: “para ellos, las realidades de un país son los intereses creados; para nosotros, las realidades de un país son los dolores creados por esos intereses”.    
            Hombre adelantado, sus escritos, apenas divulgados desde las instituciones, son verdaderas premoniciones de lo acaecido en Europa en las últimas décadas. Su visión internacionalista universalista esgrimió el Principio de las Culturas al Principio Europeo de las Nacionalidades, a pesar de que, como reconocía, Andalucía podía fundamentarse en ambos principios. Su ideario no exclusivista le hizo declarar que en el Estatuto andaluz habría de escribirse, “en Andalucía no hay extranjeros”.
            Al nacionalismo localista y excluyente contrapuso la base cultural como existencia de los pueblos, “la existencia de un grupo humano, asentado en un territorio, que haya sido, o sea, foco originario de un distinto desarrollo cultural”, y  la voluntad de ser, “sea o no continuación de una expresa voluntad pretérita, que quiere erigir a ese grupo en pueblo libre, para poder dirigir, particular o independientemente, su distinto desarrollo cultural”.  Nación política y nación cultural. Articular un territorio desde el propio territorio.
            Apenas divulgadas sus obras fundamentales La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía y Fundamentos de Andalucía, su pensamiento progresista y de compromiso con su pueblo ha quedado reducido a menciones a su libro de juventud Ideal andaluz y recuerdos más o menos folclóricos cada 28 de febrero.
“El gran déficit de Andalucía es el andalucismo” declaró el año pasado el prestigioso dramaturgo Salvador Távora. El olvido, a veces, la utilización partidista cuando interesa electoralmente de la figura del declarado Padre de la Patria Andaluza forma parte de esa desmovilización del pueblo andaluz, de esa dejación de un compromiso inequívoco con una tierra, de ese déficit acumulado a que se refería Távora. Por eso, reivindicar su pensamiento en estos momentos no sólo tiene plena justificación, sino que supone un revulsivo necesario para entender que existe otra manera de hacer política. Y una llamada a los corazones de todos los andaluces.

lunes, 24 de junio de 2013

MARINA ORTEGA BRÚ, EJEMPLO DE LUCHA Y COMPROMISO



Junto a su hermana Germinal permanecía al borde de la gran fosa abierta sobre el campo de Facinas. Todos los que asistíamos a aquel intento de recuperar los restos de su madre, Carmen Brú Casado, sentimos el dolor que causa la desesperanza de ver lo infructuoso de un trabajo, que nos ocupaba desde primeras horas de la mañana. Marina Ortega Brú no pudo culminar aquella tarde triste, la lucha mantenida durante tantos años.
            Ahora, cuando ya ha emprendido la marcha definitiva, sé que una parte de amargura ha debido acompañarle, como también acompañó a sus hermanos –todos desaparecidos-, uno de ellos el insigne imaginero Luis Ortega Brú.
Al menos, la reivindicación de la memoria de sus padres, ambos asesinados a causa de la guerra civil, pudo ser una realidad gracias a su valentía. La recuerdo en el primer mitin del Partido Comunista en la comarca, en los primeros años de la Transición. Aquella mujer menuda se coló en el escenario y proclamó su derecho a alzar la voz para pedir justicia, la que se le había negado a una familia huérfana y represaliada sin piedad.
Y la recuerdo antes, en la clandestinidad de la oposición democrática en el piso que compartía con Germinal, “rebautizada” como Herminia para no mantener el nombre revolucionario y laico que le dieron sus padres. Y luego, cuando comencé a dar a la luz los primeros libros y artículos sobre el terrible paso de la guerra civil por San Roque. Marina me mostraba la carta que su madre les escribió desde la cárcel de Algeciras, “Marina, cuídate, pues eres la que tienes que hacer de madre de tus hermanos…”. Carmen, la partera que no cobraba a los pobres, la bondadosa vecina que atendió a los heridos en el Hospital Municipal sin descanso en julio del 36. Carmen, detenida en su casa de la calle General Lacy, un día de agosto de aquel fatídico año, arrancada de sus hijos rotos en llanto. Y para que la herida de aquella familia fuera más profunda, mataron a su padre Ángel Ortega, en vísperas de la Navidad de 1939.
En 2002 publicamos conjuntamente De la memoria de Marina Ortega Brú. Con ello se daba forma al empeño de reivindicar la memoria de sus padres, reconocida a partir de entonces de manera clara en la ciudad donde nacieran. Todo ello la hizo feliz pero quedaba esa carta y ese deseo, que los que la queríamos no pudimos cumplir para ella.
Nos transmitió su justo dolor y su ejemplo de mujer luchadora, comprometida. Y una enorme generosidad con su pueblo, con el que se volcó para que su hermano Luis contase con un museo que es orgullo de la ciudad. Descanse en paz.

sábado, 25 de mayo de 2013

CREERSE ANDALUCÍA

                                         El Ayuntamiento de San Roque recibe la bandera


El pasado año, con motivo de la concesión de la bandera andaluza a la Semana Internacional del Cortometraje de San Roque, asistí al acto oficial que tuvo lugar en el Museo de Cádiz. Como celebración del Día de Andalucía la Junta reconocía a personas y colectivos de la provincia que habían destacado en distintas facetas de la vida ciudadana Y el veterano festival sanroqueño había sido reconocido, recogiendo el galardón su director Esteban Gallego. Bien hasta ahí.
            Sin embargo, lo que vino a continuación, una vez efectuada las intervenciones de los responsables institucionales, fue sencillamente deplorable. En más de una ocasión lo he comentado entre amigos y compañeros y hoy, cuando más necesitados estamos de reafirmarnos como pueblo tras la apatía que invade a buena parte de la ciudadanía, lo recuerdo con tristeza y vergüenza ajena.
            Como cierre del acto estaba prevista la interpretación del himno andaluz a cargo de una cantaora, de la que no recuerdo el nombre. La interpretación, más allá de la afonía que padecía la artista, y que ya hubiese servido de justificación a la organización para que desistiese de ello,  constituyó un lamentable espectáculo.
            Antes de que se iniciara la intervención y una vez anunciado el cierre con el cante del himno, se marcharon dos de las autoridades asistentes que se hallaban entre el público, Jorge Ramos Aznar, delegado especial del Estado en el Consorcio de la Zona Franca y el diputado Alejandro Sánchez, ex alcalde de La Línea del Partido Popular. Con ello mostraron una falta de consideración hacia el himno que iba a ser escuchado de manera inmediata.
            Pero como decía, lo que vino a continuación fue realmente lamentable. La cantaora no sólo no sabía la letra, sino que lo interpretó como si se tratase de una canción cualquiera, con comentarios incluidos, y pidiendo la “ayuda” de otra señora que se hallaba entre el público. Todo resultó un espectáculo de mal gusto, que empañó por completo el acto que había tenido lugar.
            En una crisis como la actual, que no sólo abarca al campo económico sino también a las instituciones, a la credibilidad de las mismas, y que de manera interesada los sectores más conservadores tratan de articular para desacreditar la descentralización política, proponiendo antiguos esquemas, urge resaltar la personalidad de Andalucía.
Pero para que eso sea posible, se lo tienen que “creer” muchos de los dirigentes andaluces. Aquellos que se sirven de sus símbolos en tiempos de elecciones. Y también los propios andaluces, pues si no es así iremos perdiendo la conciencia de nuestra propia cultura para quedar relegados dentro del Estado español y difuminado en la Europa de los pueblos.
Por eso, cabe recordar una pequeña parte de la intervención de Blas Infante, padre de la patria andaluza, unos días antes de su asesinato, con motivo de la primera izada de la blanca y verde en el balcón del Ayuntamiento de Cádiz: “la bandera andaluza, símbolo de esperanza y de paz que aquí hemos izado esta tarde, no nos traerá ni la paz ni la esperanza ni la libertad que anhelamos, si cada uno de nosotros no la lleva ya plenamente izada en su corazón”.


sábado, 6 de abril de 2013

LA SANGRÍA DEL PARO RESUCITA EL RECURSO DE LA EMIGRACIÓN


Cada mes los datos oficiales del paro son demoledores. Detrás de esa cifra, que en España camina velozmente hacia cantidades que nos parecían inalcanzables hace algún tiempo, hay hombres y mujeres, familias abocadas, en muchos casos a malvivir o vivir de la solidaridad de otros ciudadanos y asociaciones. Más de 1.700.000 hogares sobreviven sin ningún ingreso, situando la tasa de pobreza infantil a la cabeza de Europa. Según Cáritas Diocesana la renta familiar ha caído a los niveles de 2001, alertando que el 6,4 % de españoles –tres millones- viven en la extrema pobreza. Con razón habla de una “década perdida”.
            Por otro lado, la destrucción de empleo en el sector público y los duros recortes sólo ha provocado un deterioro de servicios fundamentales como la sanidad y la educación. La reforma laboral ha hecho que España sea uno de los países europeos con los costes laborales más bajos, sin embargo, ello no ha paliado el paro, ni mucho menos, creado empleo. Un ejemplo, Noruega tiene el coste laboral más alto de Europa, pero tiene la tasa de paro más baja. 
            El panorama es especialmente grave para la juventud. La tasa de paro juvenil es del 55, 5 % en el Estado, y en Andalucía, donde el porcentaje general es diez puntos mayor que en el resto de España, supera el 65 %. La generación más preparada se ve obligada a emigrar, en otros tiempos eran los ciudadanos de menos formación.
 En numerosos casos nuestros jóvenes ocupan trabajos muy apartados de las carreras universitarias que han cursado. Un generación que vende pizzas en Berlín o sirve de camarero en Londres, con todo el respeto que merecen esas profesiones. O investigadores que buscan un laboratorio más allá de nuestras fronteras porque aquí ya no tienen posibilidad alguna, al haberse retirado buena parte del dinero destinado a ello.
Desde 2009 el número de españoles que salieron al extranjero a probar fortuna ha crecido en medio millón  y en el pasado año las remesas de dinero procedentes de la emigración rozaron los 6.000 millones de euros.
            Si España se ve desplazada a la cola de Europa, Andalucía no levanta cabeza de ninguna de las maneras. El recuerdo de esa emigración late en muchos andaluces que hubieron de dejar sus pueblos y ciudades en busca de un futuro que aquí se les negaba a cada paso.
En los años 60 del siglo pasado el régimen franquista ya había consolidado la división territorial del trabajo dentro del Estado español, tocándole a Andalucía la explotación de su patrimonio natural. Con esta especialización, basada en la producción agraria, la minería, la pesca y ciertas actividades industriales agroalimentarias, la economía andaluza se encargaba del suministro de energía y materiales para las áreas industrializadas, las regiones desarrolladas del Norte, a las que se proveía también de un factor productivo, el trabajo, produciéndose esa emigración interior, que unida a la exterior acentuó el subdesarrollo andaluz.
La grave situación que vive la totalidad del Estado deja pocas posibilidades de salida, cruzar los Pirineos es una de ellas, mientras que un derecho como el trabajo se ha convertido en un privilegio, cuando miles de empleos se destruyen diariamente. 

jueves, 28 de febrero de 2013

POR UN 28 DE FEBRERO DIFERENTE

Tiene Andalucía suficiente identidad histórica y cultural para no ir a la zaga de ninguna de las comunidades de España. Es más, su formación como pueblo trasciende a muchos europeos. Si embargo, su fuerte cultura fue españolizada, para ser utilizada como arma contra las sociedades emergentes y diferenciadas del Estado español. Relegada a colonia interior, dentro del esquema capitalista de ese mismo Estado, rescatando los postulados de Blas Infante, el pueblo andaluz despertó un 4 de diciembre de 1977 y en el referéndum del 28 de febrero de 1980. Pero desde entonces, las formaciones políticas democráticas, que, en buena medida, se subieron al carro de un andalucismo interesado –desplazados personajes como Escudero y anulado el único partido andalucista- fueron abandonando el carácter reivindicativo y convirtiendo la fecha histórica del 28-F en una celebración intrascendente.
            En la coyuntura actual, donde la sanidad pública corre verdadero peligro y el paro galopante vuelve a enviar a nuestros jóvenes al extranjero, y donde Andalucía puede quedar relegada en el concierto de las nacionalidades de primera, ganada con movilizaciones y hasta con sangre durante la dictadura y la Transición política, se hace necesario retomar el espíritu que movió a la sociedad andaluza como una sola voz, como un pueblo unido por su dignidad. 
            Este 28-F puede ser el punto de partida para despertar nuevamente de ese letargo. Para que la sociedad civil encuentre los canales para manifestarse a través de unas organizaciones comprometidas con una tierra que necesita de reafirmarse. Que tiene mucho por lo que luchar, comenzando por reavivar su propia conciencia como pueblo.  

domingo, 27 de enero de 2013

LAS DOS CARAS DE LA IGLESIA CATÓLICA


“La Iglesia ha cometido un gran pecado social e histórico en los últimos dos siglos. La aceptación acrítica y la colaboración respecto al sistema capitalista moderno, que responde a una concepción anticristiana del hombre y de la sociedad, y que ha creado una sociedad demasiado injusta, frente a la que la Iglesia ha sido y es demasiado conservadora”. Estas palabras pronunciadas en una conferencia impartida en 1970 por el desaparecido teólogo católico José María Díez-Alegría, y recogidas en su libro Yo creo en la esperanza publicado dos años más tarde, podrían pertenecer al acontecer de nuestros días. En una crisis que ha removido los pilares del Estado del Bienestar, castigando a quienes no la han provocado, el neoliberalismo ha mostrado su rostro más inhumano. Quienes pretendieron ganar más dinero con mayor rapidez y a cualquier precio, quienes engañaron y se pusieron sueldos meteóricos, hoy no tienen que rendir cuenta alguna. Quienes, como buenos “patriotas” guardaron su dinero en paraísos fiscales, gobiernan bancos y muchas de las grandes corporaciones empresariales.
            Manda el dinero, los mercados y, sobre todo la banca alemana, que a través de su gobierno dicta la política a los países que padecen la crisis, como es el caso de España.
            En este escenario, tan poco cristiano pero muy apropósito para que afloren los grandes sentimientos de solidaridad, la Iglesia que, como dijo Díez Alegría hace 42 años, ha actuado como fiel colaboradora de las diferencias sociales, sigue manteniendo una estado de privilegio, muy poco edificante con la terrible realidad de muchos ciudadanos.
            Como antes lo dijeran valientemente religiosos como Díez Alegría, también hoy las comunidades cristianas de base solicitan el giro necesario, que permita una identificación evangélica de la dirección de la Iglesia católica con la realidad social. En este sentido, Gloria Encinas, presidenta del colectivo de Cristianos de Base de Madrid, que agrupa a cientos de comunidades y parroquias, se ha dirigido al presidente del Gobierno, pidiendo la supresión de los acuerdos firmados entre la Santa Sede y el Estado español de 1979, que consagran numerosos privilegios  para la Iglesia católica.
            Dicen los católicos de base de Madrid, que “los ajustes y recortes recaen especialmente sobre los más débiles, mientras la Iglesia católica es la única instancia, además del sector financiero y las grandes empresas, que se mantiene inmune ante la crisis: ningún recorte en subvenciones, las mismas exenciones fiscales que décadas atrás”.
No son sólo privilegios de orden económico, como se ilustra con uno de los ejemplos de la misiva: “nos parece totalmente irregular que sea el Estado el que pague a los profesores de religión y sean los obispos los que los elijan y los puedan expulsar a su conveniencia, al margen de la normativa que rige para el resto del profesorado".
            El gran valor es que son los propios católicos de base los que denuncian este blindaje, los que trabajan en mantener comedores sociales, en asistir a los más necesitados en albergues, los que dedican buena parte de su tiempo a recoger y repartir alimentos.
            Sería muy injusto no reconocer a esa otra parte de la Iglesia, formada también por teólogos como Díez Alegría. Y para finalizar también recordemos sus palabras:  “en la Iglesia debe haber una función de servicio pastoral, pero en sentido mucho más fraterno que paterno y nunca autoritaria”.