lunes, 22 de agosto de 2011

FRANCISCO MARÍA TUBINO: LA BURGUESÍA DECIMONÓMICA COMPROMETIDA CON ANDALUCÍA


El pensamiento político de Francisco María Tubino Oliva fue abordado por los profesores Acosta Sánchez y Arias Castañón en la tercera edición del Congreso de Andalucismo Histórico. El primero hizo una interesante aportación en torno a los orígenes del andalucismo y la influencia krausista en dicho movimiento, donde destaca la figura de Tubino. La segunda intervención se fundamentó en el periódico La Andalucía, del que el escritor fue director y propietario.  Posteriormente, en el celebrado  en Ronda en 2001, tuve la oportunidad de abordar nuevamente la figura de este destacado sanroqueño, en relación con las ideas expresadas en el libro Patria y federalismo, que apareció en Madrid en 1873, año de la I República.
            Por las aportaciones citadas al principio, sobre todo por las de Acosta, conocemos a un Tubino representante de la burguesía más dinámica y comprometida con Andalucía, que desde el referido diario sevillano, defensor de la idea de la “Unión Andaluza” en el periodo 1858-1859, mantendría una lucha tenaz por un andalucismo federal. A partir de 1860 asumió la dirección del prestigioso periódico  y de manera decidida apostaría por esta idea que extendería hacia la región  de Extremadura.
            Esa pequeña burguesía progresista y las burguesías urbanas constituirían los grupos más dinámicos de la reivindicación regionalista, dentro de unas ideas regeneracionistas. Sin embargo, esa lucha por la modernización de Andalucía  chocaría con la estructura rural y el enorme poder de la oligarquía agraria.
            La biografía de Tubino es intensísima. Nació en San Roque en 1833 y falleció  a los 55 años en Sevilla en 1888. En la capital hispalense estudiaría  Filosofía y Letras, sintiendo muy pronto la vocación periodística. Como periodista vivió la guerra de África de 1859-1860, y trabajó en Cádiz, Sevilla y Madrid, donde fundó la Revista de Bellas Artes y la Revista de Arqueología. Su labor como arqueólogo ha sido ampliamente destacada en numerosos estudios. Asimismo, rescató una serie de códices árabes que cedió a la Universidad de Sevilla.
            Como escritor profundizó en el orden histórico: Un trono en México, La Corte de Sevilla, Historia de la monarquía castellana durante el reinado de Pedro I,  Estudios prehistóricos o Los aborígenes ibéricos  son algunos títulos de su extensa nómina.
            Como estudioso de la cultura y el arte escribió Murillo y su época, El arte y los artistas contemporáneos de la Península, Estudios sobre el Arte en España, La filosofía del arte en Andalucía, La reforma artística, La escultura contemporánea, Introducción al romanticismo en España, Pablo de Céspedes y su época y El Renacimiento literario contemporáneo en Cataluña, Baleares y Valencia, que fue  reeditado en 2003, por la editorial navarra Urgoiti, con estudio del profesor Pere Anguera..
            En el campo de la política y la sociología: Estudios contemporáneos, Las ciencias del hombre según las más recientes e importantes publicaciones, Gibraltar ante la historia, la diplomacia y la política y Patria y federalismo. En el terreno de la filosofía escribió La crisis del pensamiento nacional y el positivismo. Fue un destacado cervantista dando a la imprenta los libros El Quijote y la estafeta de Urganda y Cervantes y el Quijote.
            Como reconocimiento a su trabajo fue nombrado académico de la Real  de Bellas Artes de San Fernando y de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, así como socio de sociedades de diferentes países europeos. El Gobierno de Alfonso XII le nombró comisario en exposiciones internacionales y sus gestiones llevaron a la recuperación, en 1882, de los restos del Cid y doña Jimena, que habían sido profanados y sacados de España por las tropas napoleónicas. Este servicio del sanroqueño le ocasionó numerosas envidias entre  intelectuales y políticos de la época.
En el advenimiento de la I República, encontraría Tubino la oportunidad de un Gobierno que alcanzara la modernización del Estado, a través de las ideas federalistas.  Asimismo, la legitimidad de la sociedad como organismo político tendría, por tanto, su centro en  el respeto de los derechos del hombre que jamás podrían ser conculcados. “No nació el hombre para la sociedad; por el contrario, ésta existe y se conserva en su exclusivo beneficio”. 
El Ayuntamiento de San Roque, que ya le había dedicado una calle al producirse su fallecimiento, y  en cuyas oficinas generales había trabajado Tubino, le rindió un homenaje a su memoria en el centenario de su nacimiento, en 1933, y  a instancias de la Asociación de Empleados Municipales,
Desde esas fechas, una lápida colocada en las oficinas de la que fuera Casa Consistorial hasta 2009,  recuerda dicha efemérides. Asimismo, en 1988, coincidiendo con  el centenario de su muerte, el Consistorio organizó una exposición sobre su obra y reeditó “Estudios contemporáneos”. Del mismo modo descubrió una lápida en la casa donde había nacido, en la calle que lleva su nombre.







DOS FORMAS DE SENTIR ANDALUCÍA: JOSÉ MARIA PEMÁN CONTRA BLAS INFANTE







“Sobre nuestro cielo bético, azul, luminoso, transparente, ilimitado, fue un verdadero pleonasmo la aparición de aquella avioneta, ingenuamente revolucionaria, que como quien anuncia una buena nueva, gritaba, con letras de pintura, desde sus alas de tela: ¡Andalucía libre!” Así iniciaba el escritor José María Pemán un extenso artículo publicado el 19 de septiembre de 1931 en la revista de Bogotá Mañana. Era una respuesta a la irrupción de los andalucistas de Blas Infante en la campaña a las Cortes Constituyentes republicanas de aquel mismo año, que emplearon una avioneta en su campaña electoral con el fin de llegar a todos los puntos del territorio andaluz.
            El artículo, desconocido para los estudiosos de ambos personajes, refleja la otra forma de entender Andalucía, lejos de la idea regeneracionista y liberadora de Infante, de compromiso con una tierra sumida en la miseria y sometida a los dictados de los terratenientes. “Venir –y nada menos que por los aires- a enseñar la libertad en Andalucía. Pero es como decía el viejo Antón Melero vender miel al colmenero. Andalucía es libre desde los tiempos del Rey de Plata, de las leyes en verso y de las ágiles bailarinas de Cádiz: Has llegado tarde con tu anuncio arcángel mecánico”, sostenía el poeta gaditano.
            En la línea de quienes querían hacer ver a una tierra sin necesidades en lo político, más allá de los círculos más conservadores, e incluso coincidiendo con quienes desde el Ministerio del Interior, quisieron involucrar a Blas Infante en un extraño complot para crear un Estado andaluz independiente, Pemán escribía: “nosotros los andaluces hemos llegado, por nuestra vieja práctica mucho más lejos en el camino de la libertad. No nos conmueve ya eso de Andalucía, cantón independiente.(...) Todo eso ha sido superado por todos nosotros; ni es ya para nosotros un atractivo. Aquí cada andaluz, es por sí, un cantón independiente ¡Cómo va a emocionarnos a nosotros, que en el balcón del bello y barroco Ayuntamiento de Sevilla, se enarbole un día una bandera autónoma, de género catalán mal imitado, si cada uno de nosotros hace tiempo que hemos enarbolado ya en nuestro espíritu, una bandera de brava independencia. Cada campesino que marcha en su rocín, lenta y filosóficamente y campo atraviesa, violando líneas y sembrados, es un estado independiente, con su estatuto, con su Generalitat”.
            Con su innegable dominio de la pluma el autor de El divino impaciente  estaba muy lejos de la libertad entendida por Infante, “Andalucía , es un imperio  en cada alma, no nos vengan a nosotros anunciándonos, como un nuevo evangelio, la flamante autonomía ejemplar de Els Segadors. Aquí, hace tiempo, que se basta un hombre solo para cantar una copla o para matar a un toro. Y sin peligro, porque no hay cosa que tenga sentido más universal y más humano, que la libertad del espíritu, el alma que está segura de su libertad, es abandonada y dócil”.
            Contrario a las aspiraciones autonómicas, la única libertad que entendía era la espiritual, de la que los andaluces debían estar repletos, “esta es la honda e íntima autonomía andaluza: autonomía del espíritu. Andalucía libre, sí, pero sin problemas federales. Andalucía hermana y acogedora, a fuerza de sentirse inviolable (...) Por eso el Betis, el Darro y el Genil, entre sus márgenes floridas de ilustres sonetos, se sonreían compasivamente cuando apareció el arcángel de lona, entre sus nubes fragantes de aceite de ricino”.
Era la reducción del pensamiento a la Andalucía como genio de España, (“ancha es Castilla por Andalucía”), conformista y olvidada por el centralismo. Y contra el regeneracionismo y la lucha por la identidad, impulsado al final de la primera década y siguiente del siglo XX por un grupo de la pequeña burguesía andaluza, esa otra burguesía aristocrática y de intelectuales conservadores.
Como Pemán, posteriormente cantor de la dictadura franquista, también el que luego fuera primer presidente de la II República, Niceto Alcalá Zamora, se mostró contrario a ese primer intento regionalista. En 1914, en el discurso pronunciado en los Juegos Florales del Ateneo de Sevilla, afirmaría: “Esta es la región de mis ensueños, pero no quiero ver en las piedras de la sierra las divisiones de fronteras, sino flores alegres que nos hagan pensar en el ensueño de nuestro cariño (...) Andalucía es la más grande expresión de la unidad nacional, porque es el remate de la cúpula del esfuerzo de todas las regiones”.
Defendían un regionalismo no político, poético de pandereta, de la gracia y de los toros. Andalucía no necesitaba nada porque lo tenía todo, y porque era en sí, la esencia de España. La imagen que luego prevalecería durante el régimen de Franco, cuyo levantamiento cercenó la vía autonómica del pueblo andaluz y asesinó a Blas Infante, su máximo representante. Una imagen apartada de la realidad de una tierra subdesarrollada, donde la emigración era la única salida.

EL PARTIDO POPULAR Y EL PROBLEMA DE ANDALUCÍA



Todas las encuestas dan al Partido Popular como ganador en Andalucía después de casi treinta años de gobierno socialista. Sin embargo, desde fuera de la comunidad, dirigentes de dicho partido se empeñan en aguarle la fiesta al candidato de los populares Javier Arenas. El expresidente Aznar desde la tribuna que preside, la FAES, y la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, han cuestionado el proceso autonómico andaluz, calificando de error la histórica conquista andaluza del 28 de febrero de 1980, como origen de los “males” del Estado de las autonomías. Ambos critican la consecución por Andalucía de la condición de nacionalidad histórica. En su desconocimiento o irresponsabilidad Aguirre califica el logro conseguido por 2,5 millones de andaluces en el referéndum trampa del entonces gobierno de UCD, de “maniobra enmarcada en la operación de acoso y derribo al presidente Suárez”.
            Despreciar la lucha del pueblo andaluz para conseguir su autonomía al mismo nivel que las calificadas como “históricas” en la Constitución Española, es intentar retroceder en la historia, preferir la Andalucía sometida al centralismo y secuestrada en su identidad.
            No es nada nuevo. En 2007 el eurodiputado del mismo partido Vidal-Quadras calificó a Blas Infante de “cretino integral”, y refiriéndose a la reforma del Estatuto, declaró: “yo no he acabado de entender cómo el preámbulo toma como referencia el manifiesto de Córdoba, que es Blas Infante y toda esta pandilla”. Su compañera, Ana Mato, también eurodiputada, manifestó en 2008, al referirse a las competencias en educación de las comunidades autónomas, que “los niños andaluces son prácticamente analfabetos”. Por su parte, la secretaria general de los conservadores María Dolores de Cospedal, ese mismo año, puso la guinda: “con un gobierno del PP en Andalucía, los andaluces ya no van a tener que irse fuera a buscar trabajo”. Probablemente, la actual presidenta de Castilla-La Mancha piensa que nos encontramos en los tiempos de la emigración de los años sesenta del siglo pasado, y no se ha enterado de que hoy ocurre todo lo contrario, son muchos los extranjeros que se establecieron en Andalucía, durante las décadas de los noventa y en los años anteriores a la crisis que hoy padecemos.
            Y lo último. Siguiendo la estela del PSOE, pretendiendo hurtar el debate de las cuestiones andaluzas y utilizar las elecciones autonómicas con miras netamente partidistas, la portavoz de los conservadores en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, ha solicitado que las elecciones generales adelantadas para el 20-N coincidan con las andaluzas. Ello en contraposición a lo defendido por Javier Arenas, candidato de su partido a la presidencia de la Junta.
            No me imagino que tal proposición se hiciera con las elecciones catalanas, vascas o gallegas.
            Tratar a Andalucía, por parte del PP de arriba de Despeñaperros, de manera peyorativa o con un alto grado de incomprensible desconocimiento, pone en mal lugar a sus compañeros del sur y, sobre todo, supone una afrenta a todos los andaluces independientemente de la ideología que profesen.

sábado, 6 de agosto de 2011

LA AVENTURA DE LA FERIA


La aventura de la feria comenzaba en el real, un mundo ruidoso y de luces que esperábamos cada año, y que surgía en una Alameda distinta. Allí se confundían los cacharros con el antiguo templete de la música, con el banco largo, el bar kiosco o la sombra triste del Salón Alameda. Invadida por un temporal festivo, la Alameda se vestía de faralaes por unos días, rompiendo con el escenario de plácido paseo del resto de sus jornadas. Había pocas casetas, pero suficientes para tan reducido espacio: la Caseta Municipal era la oficial y de entrada restringida, que ocupaba la zona de los desaparecidos jardines; la Sanroqueña o Popular, abierta a todo público, cuya instalación permanente de mampostería venía muy bien a lo largo del año para ganar el viejo ciprés, desde donde se podían ver las proyecciones del cine de Ocaña, el Salón Verano. También estaba la de Cepsa, que comenzaba su continuada presencia en la feria sanroqueña, y las dos del regimiento Pavía 19, que ocupaban los patios respectivos de las residencias de oficiales y suboficiales, con vigilancia militar en sus accesos. La feria era el reflejo de una sociedad que ya estaba abocada a desaparecer, pero que todavía mantenía sus diferencias sociales.
            San Roque quería ser parte de la Costa del Sol en aquellos inicios de los años setenta del pasado siglo. La elección de Miss Turismo no podía ser otra muestra de la España de la época. Una comisión de munícipes con el alcalde a la cabeza, caballistas y chicas vestidas en trajes de lunares, marchaba hasta la entrada a la población por Cuatro Vientos y allí, en plena carretera nacional, se paraba a un vehículo de matrícula extranjera donde viajara alguna joven, a la que se imponía la banda de Miss Turismo y se le entregaba un ramo de flores. A continuación el cortejo se dirigía a la Alameda, y en la Caseta Oficial se ofrecía a la sorprendida miss los bailes tradicionales de la tierra.
            Uno de aquellos años la Comisión de Fiestas contrató para actuar en la Caseta Oficial a una serie de artistas que triunfaba en el panorama español: Mari Trini, Tony Landa, Jairo, Nino Bravo y Dani Donna con su insuperable “Vals de las mariposas”. Para mí el objetivo de aquella feria era poder acceder a la “caseta prohibida” y ver a unos artistas que sólo presenciábamos en el blanco y negro de Televisión Española, la única existente. 
            No era tarea fácil, saltar la pared de madera, justamente detrás del escenario y confundirse entre el público. Cumplí el objetivo durante las cinco noches, aunque estuve a punto de perder un zapato en uno de los saltos. Disfruté con las actuaciones de todos los cantantes programados. Fue una experiencia nueva, a la que sólo tenían acceso una parte de los vecinos. Al verano siguiente conocimos que Nino Bravo, una figura triunfadora en el mundo de la canción, perdía la vida en un accidente de tráfico. Yo le había visto un año antes en la “caseta prohibida” , y desde entonces se me quedaron clavadas en el recuerdo sus extraordinarias canciones.
            Sin darme cuenta, como suele ocurrir, crecí y también la feria, dejando de ser sinónimo de Alameda. Las fiestas son ahora más de todos, aunque cada uno viva su propia feria, y ya la Alameda no sea la que conocimos, la que hoy sólo vive en el recuerdo.