martes, 15 de noviembre de 2011

MALOS TIEMPOS PARA LA CULTURA

La crisis económica que de manera severa padece España ha pasado una alta factura al mundo de la cultura. Artistas de todas las modalidades tienen muy difícil el trabajo. Los ayuntamientos que, con sus programaciones culturales eran una fuente importante donde bebía este sector, atraviesan un duro momento económico y ya no pueden contratar a quienes tiene en el arte su sustento. Grupos de teatro, cantantes, músicos...se ven obligados a actuar tan sólo por la taquilla, allí donde hay local para hacerlo, arriesgándose al fracaso del negocio o a una exigua ganancia. Entre los artistas más modestos la situación resulta especialmente dramática.
            La existencia en nuestra comunidad de los Circuitos de Espacios Escénicos Andaluces supone, desde la Junta de Andalucía, una apuesta clara, que no sólo sirve para facilitar el trabajo a este sector, sino para llevar un programa de gran calidad a distintos puntos de la geografía andaluza. Aunque la problemática económica de los ayuntamientos ha hecho que muchos municipios se descuelguen de este programa público que, a un costo inimaginable, aseguran una programación fija, en tiempos como los que vivimos es loable su más que justificada continuidad.
            De la misma manera, es también destacable que se procuren medidas adecuadas para paliar el problema. Por eso quiero destacar –la fiebre bipartidista que vivimos y la intencionada ignorancia hacia formaciones políticas menores hace que pasen desapercibidas- las propuestas que sobre esta cuestión hacía el candidato al Congreso por Córdoba del Partido Andalucista, el profesor universitario Antonio Manuel Rodríguez. Dado que una mayoría de estos trabajadores de la cultura tienen ingresos esporádicos, con bajas y altas en la Seguridad Social, el programa andalucista aboga por un régimen flexible, donde se figure siempre de alta, prorrateándose los ingresos a final de año.
            El apoyo a los emprendedores culturales se fija en una exención del IVA a todos los productos culturales hasta 60 euros, que afectaría a libros, discos, entradas de cine y teatro, dvds. Se plantea también una desgravación fiscal de hasta el 50 por ciento para las pequeñas y medianas empresas de productos culturales, con la obligación de su reversión en el propio negocio. La puesta en marcha de un régimen autónomo especial para artistas y artesanos completaría esta serie de iniciativas destinadas a coadyuvar a la mejora del mundo de la cultura en este difícil período.
            Contrasta estas propuestas con la escasez o ausencia en la mayoría de los programas de los partidos que concurren a los comicios del día 20. La cultura, por los avatares de los mercados y las primas de riesgo, ha pasado a ser la cenicienta de las cenicientas en la vida de este país. Con ello perdemos todos los ciudadanos, y pierde también la libertad.  

lunes, 14 de noviembre de 2011

COSTARÁ TIEMPO OLVIDAR TANTO DOLOR

Muchos recordaremos el día en que la organización terrorista ETA anunció el abandono de lo que llaman la “lucha armada”. El hecho de que tantas personas en el País Vasco, principalmente, puedan saber que no les estallará una bomba en su automóvil o que nadie esperará para darle un tiro en la nuca, ya es motivo de inmensa alegría, aunque no haya habido el más mínimo gesto hacia las víctimas y sus familiares por parte de los violentos.
            Aunque intenten vendernos desde la izquierda abertzale y de la propia ETA, que ellos han traído la paz y, consecuentemente, es el Gobierno español el que tiene que mover ficha, todos sabemos que la única organización terrorista activa de Europa había sido arrinconada gracias a la acción de la Policía y la Guardia Civil, la colaboración francesa, y la efectividad de la Ley de Partidos de 2002, que dejaba al margen del juego político legal a quienes no condenaran el terrorismo. A ello se unió la ruptura del alto el fuego en diciembre de 2006 -tras la negociación abierta por el Gobierno de Zapatero-, con el atentado de la T-4 del aeropuerto de Barajas, que provocó la muerte de dos ciudadanos y heridas a una veintena. ETA había sido arrastrada a un callejón si salida y su brazo político había quedado descolocado y sin argumentos. Esa es la realidad.
Sí, será un día para recordar que muchas familias quedaron rotas, que la amenaza hizo que ciudadanos decentes abandonaran su tierra, que la cantera de niñatos y chulos de la banda sembró de violencia las calles de Euskadi. Que aquello que ETA denominó “socialización del dolor”  vistió de luto a numerosas familias de agentes del orden, empresarios, políticos, periodistas funcionarios o simples ciudadanos. Impuso el lenguaje de las bombas y el asesinato en otras regiones, buscando destruir la economía de las mismas, con atentados en lugares turísticos como Andalucía.
            Costará tiempo normalizar la vida de un pueblo sin libertad. Que los ciudadanos vascos puedan hablar sin temor, que Euskadi sea una excepción dentro de las democracias. No será fácil, porque tantos años de “cultura” del miedo no se borran al día siguiente del anuncio de ETA del cese de la violencia. Acostumbrar a ese mundo que ha alentado a los terroristas, que adopten formas democráticas no será fácil. Hay un largo camino por recorrer, pero ahora sin el crimen como arma política.