sábado, 26 de abril de 2014

LA EXCLUSIÓN DE ANDALUCÍA DEL ESTADO AUTONÓMICO




El exministo socialista Miguel Sebastián se ha declarado partidario de la desaparición de las autonomías del Estado español, permaneciendo tan sólo las denominadas históricas. Esto es Cataluña, País Vasco y Galicia. Este discurso, alimentado por la crisis económica, no es nuevo, si bien ha predominado más en los sectores conservadores.
            Las comunidades reconocidas como históricas lo son por haber contado con estatutos refrendados durante la II República. El golpe de Estado que provocó la guerra civil impidió que Andalucía contara con su estatuto. El mismo movimiento militar asesinó a Blas Infante, impulsor de la autonomía andaluza.
            Durante la dictadura franquista Andalucía se convirtió en la periferia subdesarrollada del centralismo. La emigración desangró sus pueblos y su cultura fue secuestrada por el régimen
            Al desaparecer el general Franco, se reavivó la conciencia de pueblo y se luchó porque la tierra andaluza contara con el lugar que se merecía en el concierto estatal. Las movilizaciones de diciembre de 1977 y el referéndum del 28 de febrero de 1980 fueron momentos cruciales en la lucha de los andaluces por alcanzar una autonomía en igualdad de condiciones que las denominadas históricas. Fue el pueblo andaluz, que pagó con sangre ese empeño de no ser menos que ninguno, el que consiguió su autonomía mediante un procedimiento al que no fue sometida ninguna otra región.

            Otra cosa es reconocer que muchas ilusiones quedaron defraudadas, que el “desarme” ideológico llevado a cabo por los distintos gobiernos autonómicos ha desmovilizado a la sociedad andaluza y le ha hecho perder buena parte de la conciencia como pueblo diferenciado. Pero el camino no es suprimir lo que tanto costó, sino profundizar en el autogobierno, en el compromiso con una tierra que necesita afrontar problemas tan graves como el paro, que la sitúa entre los territorios con mayor desempleo de Europa. En ser protagonista, como lo fue durante la Transición, de los cambios políticos que habrán de producirse en España, para no ser arrinconada como pretenden políticos como Miguel Sebastián. 

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