Plaza dedicada a García
Caparrós, en San Roque (Cádiz)
Es
claro que Pablo Iglesias no se supo explicar en su intervención al hablar del 4 de
diciembre de 1977 durante el debate de candidatos a la presidencia en la cadena
televisiva Antena 3. Lo cierto es que, como andaluz conocedor de esta cuestión,
- muchos la vivimos directamente-, pasé de la sorpresa agradable (se aludía a
una fecha que marca la historia andaluza más cercana y que es referente de las
aspiraciones políticas para una Andalucía protagonista del nuevo tiempo que se
avizora) a la perplejidad o la decepción. Iglesias tuvo el gesto de referirse a
Andalucía y a una fecha significativa, más allá de la discusión de los EREs,
los pactos de gobierno en la Junta o el paro. Sin embargo, no contó con la
información suficiente. Se confundió, a pesar de su buena voluntad. Quiso decir
que el derecho a decidir no es sinónimo necesario de independencia, que el
autogobierno tiene diferentes interpretaciones.
Pero si el líder de Podemos se
equivocó, también se confunden, o peor todavía, son desconocedores o no quieren conocer el
verdadero significado de aquel movimiento popular, algunos medios que le han
criticado por ello. El diario El País,
le corrige diciendo que ese día lo que hubo en Andalucía fue un referéndum para
la autonomía. Ese referéndum tuvo lugar el 28 de febrero de 1980, y fue otro
hito en la lucha del pueblo andaluz por alcanzar la autonomía que se le negaba
desde el centralismo.
A pesar del error de Iglesias, es en el
seno andaluz de Podemos –para mayor inri de éste- donde más claramente se ha apostado por la recuperación de una fecha
olvidada como proyección de futuro. Ello se plasmó hace unos días con la
presentación de una proposición no de ley de defensa del patrimonio
constitucional andaluz, instando al gobierno autónomo a tomar la iniciativa en
este sentido. Ello ha sido posible por la aportación del colectivo Más Andalucía,
que trata de suplir la carencia de un movimiento propio andaluz organizado. Y
que ha logrado, es justo reconocerlo, articular un discurso autóctono basado en
las claves de la reivindicación de autogobierno, nacidas cuando ni tan siquiera
había una Constitución.
Con ello se pretende que Andalucía, su
gobierno, esté no sólo vigilante ante los intentos de reorganización
territorial, sino que sea protagonista como autonomía de primera ganada el 28
de febrero de 1980, fecha en que los andaluces llevaron a cabo su derecho a
decidir, exigido en la calle por un millón y medio de andaluces el 4 de
diciembre de 1977. Un día también marcado por la tragedia con el asesinato del joven
malagueño García Caparrós.
Andalucía exigió el derecho a no ser
una autonomía más, sino a ser como la que más, como señaló en sede parlamentaria
el diputado andalucista José Luis Serrano. Porque sin remontarse a otros
parámetros históricos y culturales, el 4 de diciembre Andalucía nació, bajo el
impulso popular, como unidad federable.
Tras las elecciones del próximo día 20
se producirá un proceso de reforma, donde Andalucía corre el riesgo de quedar
huérfana si no se defiende su patrimonio constitucional, ganado por unas
generaciones de veteranos y jóvenes luchadores, de un pueblo rebajado en el
concierto español, que ya no quiso ser menos que las denominadas nacionalidades
históricas. Y que fue capaz de romper, en la calle y con su voto, el esquema
asimétrico del centralismo.
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