miércoles, 5 de agosto de 2015

CANELA DE SAN ROQUE, LA TIERRA TIRA





Su última visita a San Roque fue hace unas semanas para saludar al dibujante Andrés Vázquez de Sola, que  se había trasladado  a la ciudad para dar a conocer a un grupo de amigos de Granada, la exposición que  había  inaugurado a primeros del mes de mayo. Fue allí, disfrutando ante la caricatura dedicada a su persona, donde me anunció que su intención era volver a residir en su pueblo, que para él era un deseo convertido, en los últimos tiempos, en auténtica necesidad. “Pero estás al lado, en Algeciras”, le dije. “La tierra tira, Antonio”, fue su respuesta. No ha sido posible, la enfermedad que le aquejaba, hizo caer el telón sobre la vida de quien ha sido uno de los grandes cantaores de los último treinta años. Alejandro Segovia Canela de San Roque nos dejaba con poco tiempo de diferencia de su amigo, el flamencólogo Agustín Delgado. Dos mazazos para el mundo flamenco, tan cercanamente sentidos.
Canela de San Roque fue siempre uno de los grandes puristas del flamenco. Para él los palos más duros no tenían secreto y Antonio Mairena fue su referente. Forjado en un mundo de gitanos cantaores, de esa cultura calé tan sanroqueña, que dio figuras como Antonia de San Roque, Perico Montoya o Jarrito, comenzó acompañado a la guitarra de otro grande, Frasco. En esa primera andadura también contó con el joven guitarrista Luis de San Roque. Luego su ascensión fue prodigiosa, obtuvo todos los primeros premios de los grandes certámenes a lo largo de toda España, donde prodigó actuaciones antológicas, algunas grabadas en directo.
El  desaparecido poeta y flamencólogo Félix Grande me dijo en  una ocasión que Canela era uno de los grandes cantaores de todos los tiempos, que en el panorama del momento flamenco, nadie como el de San Roque dominaba la soleá la seguiriya o la malagueña. Él lo había disfrutado especialmente en las noches en casa del pintor Juan Gómez Macías o en recogidas tabernas, esos lugares donde el flamenco, fuera de escenarios convencionales, despliega todo su imperio.
Y como Félix Grande coincidíamos muchos en que ese poderío, tal vez no estaba suficientemente apreciado. Lo había ganado todo, pero su ortodoxia no lo hacían comercial. Su humildad -mientras otros artistas me anunciaban sus éxitos fuera, para que publicase sobre ellos, él no informaba de sus giras ni  de sus triunfos- no lo hacían mediático más allá de quienes en directo tenían la oportunidad de ver y escuchar la jondura y el duende  traspasado y mantenido por generaciones de gitanos andaluces. Esa gloriosa cultura que traspasa fronteras y nos enorgullece como pueblo.
        Una soleá del artista expresa esa raíz permanente :
                     Que yo he nacío en San Roque
                     y a mi me llaman Canela,
                     en el pecho tengo fragua
                     y en la garganta candela.

Sí, la tierra tira, Alejandro, Canela de San Roque.

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