domingo, 11 de mayo de 2014

ANDALUCÍA, POR UNA POESÍA DEL COMPROMISO






Andalucía es una realidad conformada a lo largo de su extensa y rica historia. Con una geografía perfectamente definida atravesó momentos de esplendor y fue postergada tanto por las clases dirigentes del Estado, en muchos casos constituidas por andaluces, como por una burguesía agraria que jamás adoptó un compromiso con su tierra, convirtiéndose en una verdadera rémora para su desarrollo.
            En el siglo XIX fracasaron los intentos de un sector de la burguesía de dotar al país andaluz de un tejido industrial propio, y los levantamientos populares fueron el recurso para intentar cambiar una situación de enorme desigualdad en todos los aspectos.
            Los intentos de promover un compromiso con Andalucía a cargo de un pequeño grupo de andaluces ilustrados en tiempos de Francisco María Tubino, y más tarde por los andalucistas de Blas Infante, chocaron con la fuerte implantación del anarcosindicalismo. Y aunque en el caso de Infante, el universalismo y la tierra fueron fundamentos de su lucha, la ideología andalucista no llegó a impregnar a la clase obrera, principalmente campesina.
            Pero fue la Guerra Civil (1936-1939) la que cercenó los proyectos de autonomía puestos en marcha por la II República, gracias a la labor de Infante. El largo túnel de la dictadura franquista condenó al olvido las reivindicaciones de la identidad como pueblo y utilizó las expresiones artísticas autóctonas y lo andaluz como mero folclore al servicio del poder. Con la apropiación de la cultura de un pueblo, banalizándola y oponiéndola a otras culturas que podrían ser reivindicadoras dentro del Estado, Andalucía dejaba de ser Andalucía para ser España.
La llegada de la democracia trajo consigo un renovado ímpetu de variar un presente marcado por el subdesarrollo de una economía dependiente y de un colonialismo interior.
          A pesar de la barreras impuestas y en duro combate contra el centralismo el pueblo andaluz consiguió la autonomía. Sin embargo, desde entonces, y aun habiéndose producido cambios evidentes en la sociedad andaluza, la desmovilización popular, el desencanto y la utilización de Andalucía como mero escenario de confrontación electoral de los partidos centralistas, han reducido el peso de la comunidad andaluza en el concierto del Estado español y ha arrinconado la lucha por la identidad. A ello se une la brecha económica que todavía existe respecto de otras comunidades, y que se ha visto agravada con la actual crisis económica.

            Como ya hicieran algunos artistas en el tardofranquismo y durante la transición a la democracia, hoy se hace necesario un compromiso con la tierra andaluza desde todos los ámbitos. También desde las expresiones artísticas. Desde la poesía, un arma siempre presente en la lucha de los pueblos, que no puede ser ajena en la hora andaluza.