martes, 20 de marzo de 2012

EL DERECHO DE LAS MINORÍAS Y EL DERECHO NEGADO A LA INFORMACIÓN



No es de recibo la actitud de medios públicos negando la participación a formaciones políticas pequeñas, tan sólo en base a su no presencia en el Parlamento andaluz. Si se quiere realmente facilitar al ciudadano el conocimiento de programas, promoviendo el debate, evitando, por otro lado el gasto enorme en campañas publicitarias – la cansina cartelería-, cada vez más inútiles y difíciles de sostener, hay que dar la oportunidad a estos partidos a expresarse en los medios que pagan todos los ciudadanos, y a éstos el derecho a confrontar los planteamientos expuestos por los distintos aspirantes.
            Los grandes partidos no sólo confeccionan una Ley Electoral que les beneficia respecto del resto a la hora de obtener más representantes. Encima cuentan con los medios públicos, que como un verdadero muro mediático anulan a otras formaciones que tienen menos posibilidades y medios económicos para hacer llegar su voz. 
            No sólo ocurre en período electoral, pues es práctica habitual ignorar o, en el mejor de los casos,  relegar a los adversarios políticos aunque sean modestos. Lo que no sale en los medios no existe, se ha dicho en este tiempo de plena revolución de las comunicaciones. Esa barrera infranqueable se trata de superar en la calle, pero en el espacio de una campaña electoral es prácticamente imposible.
            Esa exasperación ha llevado a militantes del Partido Andalucista a manifestarse a las puertas de Canal Sur Córdoba donde iba a tener lugar un debate televisivo entre candidatos del PSOE y de Izquierda Unida. Recordaba el indignado aspirante a la alcaldía cordobesa, Antonio Manuel Rodríguez, que su partido cuenta con cerca de quinientos concejales y 230.000 votos en las elecciones municipales, por lo que forma parte de la realidad política de Andalucía. En vano procuró la solidaridad de los contendientes de los dos partidos citados.
            Queremos parecernos a Europa, donde en los países más avanzados prima el debate en los medios, tanto de los primeros candidatos como de tipo sectorial. Sin embargo, se está lejos de ello. Aquí un candidato que todas las encuestas dan como el próximo presidente de la Junta, se niega a debatir por motivos meramente electoralistas. Prima más el no “resbalar” cuando parece que se tienen las elecciones ganadas, que debatir de cara al ciudadano.
            La consagración del bipartidismo requiere de esa pantalla mediática, que no es exclusiva de Andalucía, y que empobrece la democracia.
            Con estas actuaciones se resquebraja la pluralidad y la igualdad de oportunidades, negándosele a los ciudadanos la posibilidad y el derecho a conocer otras opciones que, aunque minoritarias, son tan democráticas como las demás

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